Kitten Scanner en Stony Brook Children's Hospital

Kitten Scanner en Stony Brook Children's Hospital ayuda a los especialistas en vida infantil a convertir las tomografías computarizadas en un juego de niños

Entrar en un escáner médico grande puede dar miedo, especialmente cuando eres un niño. Pero, ¿qué pasaría si los niños pudieran realizar un escaneo simulado ellos mismos para saber qué sucederá de antemano?

El Kitten Scanner, la última incorporación al Stony Brook Children's Hospital, es una versión de juego en miniatura de un escáner de tomografía asistida por computadora (TAC), diseñado para ayudar a aliviar la ansiedad TAC y la resonancia magnética. (MRI) pueden causar. Este escáner especial es uno de los tres únicos en todo el noreste.

Los especialistas en vida infantil ayudan a los pacientes pediátricos a elegir un elefante, una gallina, un caimán o un robot, colocarlo en la cama del escáner y deslizar la cama en la máquina. La computadora lee un pequeño chip dentro de la figura y proyecta un video animado en una pantalla montada en la pared para brindarle al niño una vista médica de lo que hay adentro.

“Este escáner inicia el proceso de hacer que los niños comprendan por qué están aquí y qué estamos tratando de lograr”, dijo Anthony Indelicato, Director Asociado de Radiología de Stony Brook Medicine. "También proporciona un buen trampolín para que el personal médico y los niños hablen sobre qué esperar y qué nos gustaría que hicieran durante la exploración".

Aunque el escáner de gatitos puede actuar como un juguete divertido, tiene un propósito serio: ayudar a los niños a lidiar con la ansiedad relacionada con el escáner. Sentarse quietos incluso por unos minutos puede ser difícil para los pequeños, por lo tanto, las resonancias magnéticas, que a veces demoran hasta dos horas, pueden ser abrumadoras.

“Una gran parte de la prueba es el miedo a lo desconocido”, dijo Joan Alpers, Directora de Servicios de Vida Infantil, Stony Brook Children's. “Los pacientes jóvenes se sienten y mejoran mucho cuando saben qué esperar; jugar a la fantasía ayuda a que la realidad del procedimiento sea un poco menos aterradora ".

Los beneficios son tanto clínicos como emocionales. Los pacientes más tranquilos cooperan más, y eso da como resultado mejores imágenes, menos exploraciones repetidas y menor radiación administrada. Estos pacientes también tienen menos probabilidades de necesitar sedación, lo que les ahorra de seis a ocho horas de tiempo de recuperación.